El amor y el odio en pañales
*
Para algunos humanoides, resulta difícil aceptar que el amor y el odio
son dos caras de la misma moneda. Muchos pasan su vida fluctuando entre estas
emociones, sin control, buscando un amor ideal y, al mismo tiempo, cargados de
odio, temiendo ser rechazados. ¡Ay, el amor ideal! La persona perfecta, la
pareja ideal... meros adornos de un mundo imaginario que solo existe en la
mente de los más ingenuos.
**
En esa alcoba, Celestino observaba el techo, su mirada disipada a través
de la ventana, desvaneciéndose en el infinito.
"Yo lloro por instinto, eso lo tengo claro", manifestó el bebé
humanoide. "Lloro para expresar mi malestar básico, por instinto de
supervivencia; lloro cuando siento la molestia de la sed, del hambre, del
dolor. No sé si sea común en los humanoides, pero mis cuidadores tardan mucho
en llegar cuando los llamo para satisfacer mis necesidades primarias. Mis
cuidadores son una señora que proporciona alimento y un señor cuyo rol aún no
logro identificar. Por ahora, veo que la señora está presente más a menudo que
el señor. Me gusta el pecho de la señora, aunque no me lo ofrece
constantemente; ella prefiere darme alimento con una botella que sabe a
plástico. Me siento más cómodo cuando me da la teta; la siento cálida y
placentera, desarrollando un apego, deseando tenerla para siempre, mi ideal.
Por el contrario, cuando ella se va, me duele su ausencia; tarda en regresar,
me siento abandonado, desamparado, aislado. En esos momentos, siento que la
odio, que no le voy a ofrecer mi mejor sonrisa".
***
El infante comienza a desarrollar sus emociones desde sus primeros
contactos con sus cuidadores iniciales, la figura materna y la figura paterna.
Inicialmente, el pequeño humanoide responde al instinto mamífero; se trata
simplemente de alimentarse, poco importa quién sea el cuidador. Con el tiempo,
en el transcurso entre la ausencia y la presencia, se va desarrollando un
vínculo con el cuidador. ¿Qué tan prolongada es la presencia y qué tan larga es
la ausencia del cuidador? Cada cuidador tendrá su propio ritmo y espacio. De
esta manera, se van gestando, por un lado, emociones positivas en la presencia,
como el apego, el amor, la plenitud, la sensación de realización; frente a
emociones negativas en la ausencia, como el abandono, el rechazo, el odio, el
desprecio, el rencor, entre otras. Estas emociones son evidentemente precarias
en el pequeño humanoide; surgen inicialmente sin mucho control y sin conciencia
de su posición en la plataforma emocional. La fuerza de estas emociones también
es desconocida por ahora para el pequeño humanoide. Sin embargo, el combate
comienza y gradualmente se vuelve más evidente según el tipo de cuidador que le
corresponde al pequeño humanoide, incluyendo los avatares de esos cuidados.
****
Henrytustra poseía el don de leer la regresión temporal en los
humanoides; había trabajado psicológicamente para adentrarse paso a paso en sus
recuerdos más profundos, aquellos de su temprana infancia. Observando las
emociones del pequeño humanoide, lanzó la siguiente reflexión:
"Noto que tu lucha entre las emociones positivas y las emociones
negativas puede llevarte a descubrir tus demonios más arraigados. Solo aquellos
que han experimentado amor, apego y consuelo tendrán las herramientas para
enfrentar el odio, la desesperación y el abandono. Identifica la mejor manera
de sobrellevar la ausencia, el abandono y la soledad. Encuentra lo que pueda
resultar productivo en tus momentos de emociones negativas". Así hablaba
Henrytustra.
0 Commentaires