La búsqueda de la belleza en la personalidad Narcisista o, la belleza perfecta puede dar náusea.
El fantasma es un prisma, algo detrás de lo que el humanoide corre toda su vida sin necesariamente alcanzarlo. El fantasma asusta porque resalta los temores más profundos de la personalidad. En el caso del Narcisista, es el cuestionamiento que este se hace sobre la dimensión de su fealdad interna.
El compartimento del fantasma del amor ideal en casa del Narcisista conducía a una hermosa caja donde se observaba una personalidad rodeada de mil vestidos de noche, maquillaje, pelucas, tacones, chaquetas. Ese fantasma de lejos, le insinuó:
-Ya adivinaste quién soy? Soy otro fantasma de La personalidad Narcisista. Soy la belleza disfrazada de belleza superficial. Dime tú, Henrytustra ¿una belleza superficial puede ser belleza? Yo soy la belleza que salta a los ojos con atuendos caros y mil adornos en mi cuerpo. Yo soy dos tipos de belleza: La que la personalidad Narcisista cree tener y la que busca en el otro, que en general responde al mismo fondo, una belleza de fantasía. Sufro de vanidad, me miro incesantemente en un espejo, buscando que mi físico le agrade a los demás; estoy excesivamente pendiente de mis arreglos personales; soy dependiente de una belleza ideal. Quiero que los demás me amen y me admiren por la belleza. Al diablo con todos aquellos que hablan de belleza interior, la belleza es lo que creo que soy, una cara perfecta, un cuerpo con medidas perfectas, usar la ropa más cara y de marca. Soy la belleza de revista y busco a alguien que tenga también ese tipo de belleza. Creo que sí esa belleza me faltara dejaría de existir. Me digo a mi mismo que soy la belleza para poder existir en los ojos de los demás.
La personalidad Narcisista se encuentra fijada en una problemática de imagen de sí mismo que trata de solucionar en el día a día con el espejo. Estas personalidades buscan mejorar su imagen con decoraciones corporales que ellos consideran, mejoran su imagen. Estas personalidades buscan constantemente la aprobación y la admiración de los demás a través de los atuendos que usan ya sean relojes, zapatos, vestidos, etc. Las conversaciones de estas personalidades giran en torno a la imagen corporal o a la moda. Sus intereses son superficiales y las conversaciones no parecen tener profundidad cuando el tema se agota. La personalidad Narcisista es estricta en cuanto a sus criterios de belleza en los demás. Su círculo de amigos y pareja deben responder a los criterios de belleza actuales en ese tipo de sociedad. Estas personalidades escogen sus grupos sociales bajo el primer criterio de una belleza superficial. Estas personalidades están a la búsqueda de la palabra belleza, por lo tanto buscan que los otros resalten su belleza de alguna forma. Es su forma de sentirse por encima de los demás.
Henrytustra observaba en el recinto esos bellos atuendos, los exquisitos olores de los perfumes; sopesaba los bellos relojes de diferentes marcas, los bellos zapatos de tacones que parecían tan elegantes. Tomó algunos polvos de cara y se espolvoreo un poco en las mejillas. Tuvo una sensación de frescura. Qué bello es el mundo de los humanoides se dijo. Escuchó que la belleza artificial lloraba y le dijo:
-He recorrido valles y montañas; he conocido personas de diferentes etnias; he bailado en la fiesta del pobre y también en la del rico; he dialogado con el hombre y con la mujer y créeme todos tienen un concepto de belleza totalmente diferente. La belleza emana cada día nuevo cuando sale el sol; la belleza está en cada célula de esa persona con la que compartes tu vida; la belleza son los dientes sucios de tu hijo, los cabellos mal peinados de tu hija al despertar, la sonrisa de tu amigo cuando te va a recoger al aeropuerto, la tristeza de tu madre cuando te tienes que marcharte; la belleza es un rostro imperfecto, un acento diferente. La belleza no son los atuendos, ni los artículos de mejor marca. Cuando buscas sólo eso, estás preso de la imagen y sometes a los demás a cumplir con criterios de belleza que los vuelven superficiales. Los artículos de belleza son magníficos, pero no dejes que estos definan la verdadera fuerza de la belleza. Así hablaba Henry Mosquera.
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