Se van perdiendo buscando culpables o la culpa no es mía sino de mi papá y mi mamá
La ciudad es grande y por ahí van creciendo humanoides de diferentes morfologías física y psicológica. En la selva de cemento unos van saliendo adelante y otros se van quedando atrás, sumergidos en una vida que no les satisface. Fuerzas inconscientes tiran estos personajes hacia abajo, sujetos olvidados del triunfo que van buscando la justificación de su fracaso.
La plaga azotaba duro a los humanoides, el momento era frágil, muchos morían sin haber conocido la palabra felicidad, sumergidos en la amargura de un recorrido viciado por sus incapacidades.
Aquel humanoide de unos cincuenta años, golpeado por la plaga, yaciendo en el pavimento, solicitó a Henrytustra con una mirada que lo acompañara en sus últimas elaboraciones antes que su cerebro se apagara. Es en los últimos momentos de la vida que muchos humanoides tienden a comunicar sus más profundos secretos.
-voy a morir sin pena ni gloria, señaló aquel hombre.
-habla y descansa en paz humanoide, le contestó Henrytustra.
-hay un juego, que nunca pude jugar, riposto el humanoide.
-todos escogemos nuestro campo de juego, el equipo, el deporte y la intensidad con que queremos jugar.
-tengo la impresión de no haber jugado a nada, me fui quedando pegado de la aguja, ensimismado en placeres superficiales y fútiles. Crecí físicamente, pero psicológicamente me quedé en un hueco inmaduro. No sé que pasó. Mis padres, fueron ellos los que no me criaron con la iniciativa necesaria para despegar las alas. La culpa no fue mía, fue de mis padres. Mi padre fue un alcohólico y mi madre era una paranoica que pensaba que todos la perseguían para matarla. Me metieron en un esquema del que nunca pude salir, nunca pude tener una familia, nunca pude tener logros académicos, ni financieros, ni sociales. Me convertí en un don nadie por culpa de mis padres.
Henrytustra notaba que muchos humanoides proyectaban sus culpas al exterior de ellos mismos. Éste se había concentrado en justificar su fracaso con las dinámicas psicológicas de sus padres. Por qué el humanoide tiene dificultades para mirar hacia adentro, se preguntó.
Henrytustra viendo aquel hombre contando sus últimos minutos de vida, replicó así: el humanoide tiene unas etapas de desarrollo en las que se estima que debe obtener unos cimientos emocionales, relacionales, cognitivos, comportamentales e identitarios. Muchos humanoides caen en hogares donde pueden desarrollar estos factores y otros desafortunadamente deben crecer con lo que la selva de cemento ofrece sin sostén familiar. Hay que curar heridas, la escuela de la vida ofrece clases para todos donde el libro es lo que se escribe en lo cotidiano. Curar heridas duele y más si no hay anestesia. El que no cura sus heridas de infancia está condenado a vivirlas en su corto recorrido por la vida. Cada vez que culpas a tus padres por tus fracasos sólo demuestra que te has quedado atrapado en fases inmaduras de tu subdesarrollo. Duerme humanoide, descansa en paz. Así hablaba Henry Mosquera.
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