Se van perdiendo buscando culpables o la culpa es de todos ustedes desgraciados.
Un humanoide se acercó a Henrytustra desesperado por la situación. Con un profundo vacío en su mirada y una marcada desolación en su rostro se pronuncio: La vida pierde el sentido cuando llegas a una edad y te das cuenta que no lo lograste, no pudiste, nunca llegaste donde querías llegar.
-Es una carrera contigo mismo, ripostó Henrytustra, anticipando que aquel hombre necesitaba abrir una válvula que le diera respiro. Cuéntame que te desuela.
-Todo y nada. Quiero decir que cuando fracasé en el recorrido, me percaté que quería todo y no obtuve nada, fallé, soy un fracaso. Ya sólo me queda ahogar mi fracaso en el fondo de la botella o con el humo de las sustancias. Me fui quedando sin gasolina, me quedé sin carburante, no me dieron más carburante.
- ¿Y quién tenía que darte el carburante? Preguntó Henrytustra.
-Fallé y no fracasé solo, la culpa fue de todos, respondió el humanoide y con un cierto tono musical agregó, la culpa fue de mi hermano que no me presentó a sus amigos cuando chico, con ellos hubiera alcanzado mi pico, la culpa fue de mi hermana que no me presentó a sus amigas queridas, con ellas hubiera sanado mis heridas, la culpa fue de mi vecina quien no me quiso determinar, con ella hubiera conocido el significado del verbo amar, la culpa fue del colegio y sus profesores ineptos, sin tanto cuento mis problemas estarían resueltos, la culpa fue de mi primer trabajo, si me hubieran pagado más sueldo yo no estaría tan abajo, la culpa fue de la lluvia, la nieve y el calor, sin estas inclemencias yo sería todo un triunfador, la culpa fue del policía que me sorprendió robando, ya estaría yo rico, mientras otros por ahí llorando, la culpa fue del juez que me juzgó, no me preguntó lo que yo quería, lo que me subyugó, la culpa fue de todos, de todas, de estos y de aquellas, de los poetas por carecer de palabras; de los panaderos por dejar que el pan se enfríe; de los psicólogos por no tener cápsulas mágicas; de los zapateros por arreglar zapatos que ya tienen mucho recorrido; de los toreros por alimentar el circo sin dar pan; de los vendedores por manipular al momento de vender; de los conductores de bus por tener un recorrido trazado; de los deportistas por cobrar por un juego; de los artistas por vender al mejor postor; de los que venden café por mantenerme despierto y de los que venden droga por quererme dormir; de los chinos por comer porquerías y de los gringos por comer hamburguesa; de la generación de hoy donde todo es sensible. Hay tantos culpables de mi fracaso como humanoides sobre la tierra.
Henrytustra escuchó asombrado aquel humanoide que había encontrado culpables de su fracaso por doquier y le contestó así: los transeúntes son transitorios, los caminos entre transeúntes se encuentran y se separan. Cada una de esas reuniones de transeúntes tienen un impacto en el recorrido personal. Pero solo tú puedes definir hacia donde te diriges. Cada que culpas a los demás por tu fracaso, regresas a tus estadios anteriores. Estás fijado en estadios que nunca pudiste resolver porque no quieres ver la fragilidad que hay en ti, por lo tanto no comprendiste la causa de tu fracaso y se la atribuirse al primer transeúnte que ves. Debes salir de la proyección de culpas, es un mecanismo de defensa. Reconoce el error que hay en ti, no hay nada malo ahí. Una vez reconocido este error, ensaya una nueva estrategia, relanza tu jugada. Puedes ganar o puedes perder, no hay nada malo ahí. Así hablaba Henrytustra.
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