La personalidad dependiente atrae al otro con la carnada del dinero o para todo lo demás existe la tarjeta de crédito.
Los ofrecimientos, las dádivas, los presentes son en muchos casos objetos con los que los humanoides mantienen un contacto con los otros, es una manera de estar presentes en la vida de los otros. Sin embargo, no todas las personalidades tienen la misma intención ni la misma bitácora cuando ofrecen algo.
Henrytustra accedió a un cuarto donde se observaban los fajos de dinero, tarjetas de crédito y al lado se observaba un flamante auto con un moño rojo. La personalidad dependiente muy generosa y perfumada se dirigió a Henrytustra así:
-Todo esto puede ser tuyo, quiero decir, todo esto es tuyo de entrada. Sólo debes tomarlo y disfrutarlo, disfrútalo conmigo. Llévame a dar una vuelta en ese auto, toma las tarjetas de crédito, quiero que vamos a los almacenes y compremos todo lo que tú quieras. Conmigo no hay límites de dinero, mira todo lo que tengo, todo eso lo quiero compartir contigo. No pido nada en retorno, sólo tu compañía. Puedes venir a vivir acá conmigo, eso te evitará pagar tu renta y estarás más cerca de mí. Puedes seguir viendo a tus seres queridos, no hay problema, pero dedícales menos tiempo, tú y yo tenemos mucho de qué hablar. No necesitas trabajar, puedes depender completamente de mis recursos. Si todo funciona bien, nos podemos mudar de ciudad y vivir solos tú y yo por el resto de nuestras vidas, sin que nadie nos moleste.
Una forma muy común en la personalidad dependiente de tratar de atraer y conservar a las personas es a través de lo que el dinero puede comprar. Por medio de presentes, la personalidad dependiente trata de ganar el aprecio de los demás. Su intención no es causar placer al otro con su regalo, su intención es atrapar a la persona quien tendrá la impresión que se encuentra en deuda con el dador. Por medio de sus donaciones la personalidad dependiente cree obtener un título de propiedad del otro. Poco a poco con tretas que parecen desinteresadas la personalidad dependiente atrapa su compañía. Esta inversión desafortunadamente no es tan desinteresada, la personalidad dependiente espera en retorno tener toda la atención y compañía del otro. La personalidad dependiente acapara, aísla al otro de sus familiares y amigos. Con el paso del tiempo su trueque se convierte en una demanda de compañía única y exclusiva. La personalidad dependiente generalmente se torna violenta cuando el otro decide tomar distancia. La violencia puede ser verbal, psicológica o física. En algunos casos se pueden cometer homicidios cuando la personalidad dependiente no está lista para dejar partir al otro.
Me halaga que la personalidad dependiente me ofrezca tantas comodidades, rumiaba Henrytustra; con un auto de lujo, podría tal vez viajar más rápido, podría tal vez conocer mejor el camino de la vida, pensó Henrytustra. Sin embargo, la voz interna le señaló los avatares de vender la libertad y la autonomía. Aquel que vende la libertad a cambio de algún objeto debe atenerse a algún tipo de sometimiento. Mejor sigamos a pie, se dijo. En el diálogo con la personalidad dependiente, Henrytustra se pronunció así:
-El sentimiento de abandono entretiene un vacío enorme con el cual convives cotidianamente. Ese sentimiento es realmente una angustia de ser abandonado en tus relaciones. Esto tratas de taponarlo con parches de mil colores. Cubres con regalos tus deficiencias para que el otro no las vea. Sí vas a regalar algo, regala esencia, regala bondad, regala transparencia y verdad, regala aquello que pueda ayudar al otro a pasar al nivel superior. No esclavices, no amarres, no detengas y no hundas al otro en niveles inferiores. Ah! y sobretodo, no esperes nunca nada en retorno de lo que das. Dar es un acto de bondad. Así hablaba Henry Mosquera.
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