Los comportamientos ilícitos de la personalidad dependiente o aquí yo soy la víctima.
En una de las puertas de la casa de la personalidad dependiente se observaban unas rejas de una celda descolorida e insalubre. Se percibían el miedo y el sometimiento en aquel cuarto donde además se escuchaba el llanto afligido de la desgarradora soledad. Henrytustra había aprendido en su camino de la vida que todas las emociones tienen diferentes aristas, sí logras comunicarte con ellas saldrás vencedor de esa aventura. Evidentemente, eso no lo comprende el humanoide cuando vive la emoción, tal vez algunos lo comprenden en el après coup.
Henrytustra observó a través de la reja a un humanoide postrado en un rincón de aquella celda. Henrytustra se pronunció así con el fin de hacer notar su presencia:
-Disculpa no puedo ingresar a la celda.
El humanoide levantó su rostro explicando su situación.
-Yo estoy aquí por un crimen que cometí, pero del cual no soy culpable. Estoy pagando una sentencia que no sirve para nada, porque no necesito encierro, no necesito rehabilitación, soy una persona buena. Fui manipulado. Entregué mi corazón, mi alma y mi ser a una persona. Sentía que tenía que darle todo lo que tenía dentro de mí. Esta persona traficaba con cocaína y me preparó las maletas para nuestro viaje de vacaciones de Ámsterdam a París. Ya lo había hecho de Bahamas a Montréal y de Cali a Miami. Pero como yo confiaba infinitamente en esta persona nunca revisé mis maletas. Llegando al aeropuerto de destino descubrieron que llevaba un kilo de cocaína en mis maletas. Estoy pagando esta condena por mi ser amado quien me envía cartas de amor y me dice que me espera. Mi amor es ilimitado, yo seguiré estando siempre disponible para mi amor, cueste lo que cueste.
La personalidad dependiente ofrece llevar a cabo actos o gestos que el otro le solicita con el fin de mantener su compañía. Así, esta personalidad arriesga en ocasiones su libertad para evitar el abandono. La personalidad dependiente vive estos comportamientos como un regalo que le hace al ser amado. Con estos gestos, la personalidad dependiente desea demostrarle al otro que puede hacer lo que quiera por amor. En el fondo la emoción que se genera en el dependiente es el miedo del abandono y por ende de la soledad. En cuanto a la patología complementaria, la personalidad dependiente se topa con personalidades que tienen tendencia a manipular. Es un ciclo donde las dos personalidades tienen su grado de responsabilidad y conocimiento de sus actos. Sin embargo, cuando la personalidad dependiente es cuestionada por sus actos ilícitos, toma una posición de víctima. Esta personalidad dirá que fue manipulada, que cayó en malas manos, que la obligaron o que no sabía del contenido de la maleta, de la caleta, etc. Como en general se trata de personas sumisas, el interlocutor tiene tendencia a creer en su victimizacion. Sin embargo, recordemos que esta personalidad toma sus decisiones como cualquier otra y es responsable de sus actos.
Cómo un humanoide puede perder sus segundos, sus minutos, sus horas y sus días del camino de la vida tan valioso encerrado en cuatro rejas, se preguntaba, aún sin respuesta, Henrytustra.
Hay prisiones externas y prisiones internas y éste era el caso de un humanoide encerrado en sus más profundos e inconscientes miedos. Henrytustra se dirigió así a la personalidad dependiente :
-Llevas una prisión interna desde tu infancia. Estás encerrado en el miedo del abandono. No puedes salir de ahí porque cada vez que lo intentas prefieres someterte a otro, lo cual te retorna a tu prisión de sometimiento psicológico. Mientras tanto el otro te manipula con tu consentimiento, porque eso es lo que deseas. Cuando cometes ilícitos debes ser consciente que también eres culpable, no eres una víctima, no eres un misil disparado que no tiene voluntad, eres un ser consciente de tus decisiones, así éstas no sean las más acertadas. Empieza por romper un eslabón de tu prisión interna, da tus primeros pasos hacia la libertad, encuéntrate a ti mismo. Encuentra tu camino a la emancipación y disfruta ese camino. Así hablaba Henry Mosquera.
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