La triste historia de un Uxoricidio

Un uxoricidio en una relación de codependencia.  




Vamos tejiendo relaciones con humanoides que por algún motivo nos encontramos en el camino y que de ahora en adelante para bien o para mal hacen parte de nosotros. Vamos creando dinámicas con esas relaciones que van pasando de lo superficial a lo más profundo de nuestra forma de interactuar con los demás. 


Es hora de irnos. Aunque las partidas generan nostalgia, ya es necesario, se dijo Henrytustra. Con la personalidad dependiente la partida se hacía difícil porque esta se veía necesitada, rogando ser acogida. Arrieros somos, decían los caminantes, y en el camino nos encontramos, exclamó el maestro. 


Henrytustra volvió a su fortaleza. De nuevo, observó ese festín que ya estaba extrañando.  Se sentó en su silla, mientras algunas personalidades le preguntaban a dónde había ido, lo estaban esperando. Las personalidades hablaban, desconociendo sus respectivos trazos de personalidad, eran dinámicas inconscientes. Ese era el verdadero eje para subir de nivel, conocer sus propios trazos de personalidad, algo tan sencillo, pero tan complejo para el humanoide. Algunas personalidades le solicitaron a Henrytustra que recordara una  narración sobre la personalidad dependiente. La curiosidad era una de las características del humanoide. Háblanos de algo grave que haya hecho un dependiente gritó otra personalidad. Henrytustra sólo contaba historias de la vida real, en su mayoría le habían sido narradas por uno de los protagonistas,  humanoides del camino de la vida. 


-¿Ustedes han oído hablar del uxoricidio? Preguntó. 


El auditorio guardó silencio, muy pocos conocían ese vocablo. 


-Es lo mismo que hablar de feminicidio o de homicidio conyugal. Es un crimen atroz. Traduce el gesto de un hombre que asesina a su esposa. También existe el contrario, cuando una mujer asesina a su esposo, pero la historia que traigo hoy es de uxoricidio. Un humanoide dependiente conoció a una chica muy agraciada en un restaurante donde ella trabajaba. Aquel humanoide dependiente había tenido pocas relaciones de pareja en su vida. Él pensaba que no estaba a la altura como hombre para estar con una mujer, se sentía un ogro, una persona que no merecía ser amado, un don nadie. Por lo tanto, él evitaba de antemano los contactos con el género femenino. Este humanoide dependiente había desarrollado una tendencia a ocuparse de los menos favorecidos. Obvio, esta era una proyección de su propia necesidad. Él se encargaba de los cuidados de su mamá que estaba enferma, la cual a su vez lo culpabilizaba cuando sentía que él tomaba distancia. Cuán importante es cambiar de aires, todos los días.  


Aquel humanoide dependiente consolidó una bella amistad con la chica del restaurante. Ella vio en este hombre un hombro sobre el cual llorar y un soporte en esos momentos de soledad.  Se conocieron mejor y comenzaron una relación romántica y sexual. Aquel humanoide dependiente, tímido e inseguro se sentía viviendo un cuento de hadas, algo así como el cuento de La bella y la bestia. Sentía que todo lo feo que él decía ser, se había convertido en un escenario de belleza. La chica por su lado, curaba paulatinamente sus heridas psicológicas con el soporte emocional y la escucha que este humanoide dependiente le brindaba. Ella salía de una relación en la que había sido golpeada y abusada por un humanoide maltratador. Ella se sentía inferior, que nadie la quería, su ex-pareja la había trabajado de tal manera que su imagen personal estaba destruida. 


Cuando la relación pasó a una etapa más profunda, aquel humanoide dependiente sentía que necesitaba cada vez más la presencia de la bella doncella. Sentía que necesitaba más de seguido esa droga emocional del cuento de hadas, de volar con su amada. Llamaba a su pareja de seguido, le solicitaba que estuviera en la casa, se sentía desplazado si su pareja estaba acompañada de amigas o de sus familiares.  Al mismo tiempo, su mamá enferma le pedía más tiempo, se quejaba de sus enfermedades y le recordaba que él vivía bajo su techo y que no lograría ser nada ni nadie sin su ayuda económica. La chica demostraba gran estima por aquel humanoide dependiente, pero fue hilando que no se veía en pareja con él a largo plazo. Otros hombres se interesaban ya en ella. Decidió tener une relación con otro hombre, pero necesitaba seguir curando sus heridas así que siguió en la relación con el humanoide dependiente. Ya estaba menos disponible  para él, tenía menos tiempo para danzar,  los momentos de danza eran ya pequeñas cápsulas.  Ella pensó que era mejor ir alejándose poco a poco del humanoide dependiente para no hacerle daño. Pensó que de ésta manera, él se iba a ir desacostumbrando de ella y terminaría por partir. La decisión causó el efecto contrario. El humanoide dependiente se sintió abandonado. ¿Qué hacen estos dependientes cuando se sienten sin soporte? Se aferran! Este humanoide dependiente la visitaba más, la encerraba en su habitación, la golpeaba para someterla a sus deseos, pensaba que con la violencia ella podría aprender que no lo podía abandonar. Ella aceptaba su destino, pensaba que este humanoide dependiente la había ayudado y la había sacado de aquel hondo hueco en el que se encontraba. Sin desearlo conscientemente se encontraba de nuevo en una relación  de violencia de pareja. Ella en una dinámica de codependencia, buscaba de nuevo salir de ahí,  pero con la condición de tener una compañía al lado.


El humanoide dependiente se enteró que la doncella frecuentaba otro hombre, la hizo venir a su casa sin comentarle la razón de su invitación. Cuando ella llegó con su hijo de 5 años, la encerró en la habitación dejando al niño por fuera, la obligó a relatar su amorío escondido bajo la presión de la amenaza con un cuchillo de cortar carne muy filudo. El niño quería entrar a esa alcoba. La chica suplicaba que la dejará salir, parecía anticipar que algo le iba a suceder. El hombre ante la evidencia de la ruptura volvió a sentirse la bestia horrible que pensaba que era antes de danzar con la chica, ya había planeado que ella no lo abandonaría nunca, prefería guardarla en su corazón.  Le propinó un total de treinta y cinco puñaladas, cada una con amor y odio enceguecido. Cuando terminó esa carnicería,  se levantó y se pegó él mismo una puñalada en el pecho. Afuera se oían los gritos del niño.  La madre de este hombre abrió la puerta momentos después y vio la peor escena de su vida, el cuerpo de la joven doncella y de su hijo, el humanoide dependiente, inertes, cubiertos de sangre. Llamó la ambulancia, el hombre sobrevivió a su herida y la joven falleció durante el ataque.


Algunas personalidades lloraban al escuchar el triste relato; otras empezaron a comentar; unas daban razón al humanoide dependiente, decían que la chica se lo tenía merecido; otras personalidades daban razón a la chica dependiente, decían que el hombre era un violento, asesino de mujeres. 


Henrytustra se dirigió a las personalidades así: 


-Es primordial identificar los patrones de violencia y de control en las relaciones. Si tu camino con tu pareja terminó,  déjala ser libre, su felicidad debe ser tu felicidad, toma aire, respira la vida. Recuerda que la agresividad sólo genera violencia y más violencia. Da un paso atrás, desarma tu corazón. Agradece los momentos que danzaste con la doncella. Deja de lado la violencia, lo puedes lamentar toda tu vida. Así hablaba Henry Mosquera. 


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