El trastorno mental, desde la diferencia hasta la locura, o cuántas estrellas hay en el cielo.

 




El trastorno mental, desde la diferencia hasta la locura, o cuántas estrellas hay en el cielo. 

 

A nos conduce a B, así B no dependa de A. Cuando tocamos el tema de la ansiedad, llegamos por asociación al tema de los trastornos mentales, así estos no sean generados por la ansiedad. ¿Qué es un trastorno mental? Henrytustra sacó una calculadora y no pudo encontrar un número exacto para medir la intensidad de un trastorno mental; leyó algunos manuales de diagnósticos que los explicaban con detalles, pero aparte de las etiquetas, estos no explicaban el racional del humanoide trastornado; tomó algunos grupos representativos de ciertas sociedades y los perfiles nunca eran uniformes. Henrytustra concluyó que los trastornos son una lectura individual de una realidad que cada uno se apropia, una realidad que aparecía descabellada, rígida, excéntrica, egocéntrica, altruista, persecutoria, antisocial, o normaloide, entre muchas más.  

 

La palabra trastorno es utilizada para designar una alteración del curso. Del latín tornare, girar y tras, del lado opuesto. Es una especie de cambio de camino. Si le damos un poco más de profundidad a este vocablo encontramos que algunos clínicos utilizan la palabra patología, del griego Pathos, que significa el sentir profundo que se expresa a través de la palabra.  La expresión del sufrimiento, para el buen entendedor, ese el pathos. Y el logos es la forma como los clínicos lo entendemos. En palabras llanas, es el estudio del sufrimiento. Este vocablo con el tiempo se simplificó, posiblemente respondiendo a la sociedad simplista, como el estudio de las enfermedades.  La patología mental, la psicopatología es casi un tratado paralelo al del estudio del normaloide o de aquel que se defiende de caer en los excesos de normalidad. Este texto nos introduce al camino de los trastornos mentales. 

 

Henrytustra quien escuchaba su interlocutor señaló: “quien esté libre de patología que tire la primera piedra”. Así hablaba Henry Mosquera.  

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