"La pereza es la madre de todos los vicios" dice el proverbio. Henrytustra sentado observaba como la pereza lloraba al ver en lo que se había transformado; habían libros miles que la nombraban negativamente. Rápidamente observó "la Suma Teológica" de Aquino, donde el cristianismo la había coronado como un pecado capital. Observó que a pesar del tiempo y de las oportunidades que se le brindaban, no se movilizaba; rechazaba todo lo que se le proponía. Henrytustra en su camino de vida veía personas derrochar segundos, minutos y horas consumidos por la pereza. Había visto a otros perder sus objetivos de vida sentados en un sofá atados a la televisión o a los video juegos. Cruzó personas que rechazaban trabajos porque los consideraban muy duros o que no estaban a la altura de sus expectativas. Otros consumían drogas o alcohol y no producían nada más en sus días. Pero tal vez los más nocivos que observó fue aquellos criminales que preferían salir algunos minutos de su día a robar; le quitaban el bien al prójimo y se negaban a trabajar un día completo por la miserable pereza. La carnada del dinero fácil, estaba respaldada por la pereza. Henrytustra sabía que la pereza era obstinada, sin embargo le lanzó su reflexión así: puedes salir de ahí si observas lo que pierdes en cada segundo, empieza por evaluar lo que podrías hacer en el segundo siguiente. Sé que eres desgraciada, lloras tu destino; sólo en tus manos está la posibilidad del cambio. No esperes hasta mañana para cultivar tus sueños, muévete ya.
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