El ocio, la pereza y la procrastinación, tan parecidos, pero tan diferentes.
Después de haber experimentado tanta actividad, Henrytustra se sentía cansado. Sentía que sus piernas no respondían a sus más profundos deseos de seguir el camino, su mente le recordaba su dolor físico. Hay un tiempo para todo, en este momento es menester detenerse, se dijo. Decidió sentarse en el suelo, era un lugar donde el contacto con la madre tierra era directo. Trataba de mantener sus ojos abiertos, pero su cuerpo le solicitaba reposo. De forma casi alucinatoria aparecieron tres sombras, una decía llamarse ocio, la otra pereza y la última procrastinación. Henrytustra no lograba identificarlas parecían hermanas, tenían las mismas características en su presentación global, pero en el fondo eran diferentes. Es esto bueno o malo para el humanoide, se preguntaba, luchando por quedarse despierto. Por ahora las tomaré como lleguen y cuando despierte tal vez pueda conocerlas mejor, se dijo a sí mismo, sin identificar a cuál de ellas había escogido para conciliar su sueño. Henrytustra durmió mientras el ocio, la pereza y la procrastinación discutían entre ellas para saber a cuál él escogería. En medio del sueño Henrytustra se hablaba a sí mismo, diciendo: respeta tus ritmos, escucha tu cuerpo cuando estás fatigado, toma el tiempo necesario para retomar el camino, pero no escojas estas sombras como estilo de vida permanente.
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