El ocio o una forma de ver el tiempo pasar. 




Henrytustra experimentaba dificultades para despertar; las el ocio, la pereza y la procrastinación transformaban las percepciones en algo indescriptible. La visibilidad en esa cueva era casi nula. Henrytustra vivía esa experiencia con ambivalencia; no lograba identificar si estaba despierto o se trataba de un sueño.  En su mente, el ocio, la pereza y la procrastinación trataban de convencerlo de que se quedara postrado en esa zona de confort. En medio de esa nebulosidad, Henrytustra empezó una tertulia con el ocio. Este esbozando una sonrisa señaló: “soy supremamente divertido; si no tienes nada que hacer llámame; soy parte de un tiempo y de un espacio, esos son mis terrenos de cultivo; he ayudado a todos los filósofos y pensadores a producir sus ideas. Tal vez tú no seas consciente de ello, pero estoy dentro de ti Henrytustra.  Puedo ser constructivo pero también puedo ser tu peor enemigo”. 


El ocio es un tiempo que aprendemos a atesorar desde nuestra infancia. Se convierte así en una relación entre un espacio y un tiempo que dedicas a tu recreación, a crear, a invertir en tu bienestar, a renacer, a reinventarte. En los momentos de ocio surgen grandes ideas, enormes iniciativas. También puede ser utilizado como una forma de ver pasar el tiempo o de efectuar contactos pasivos; piensen en aquellos que utilizan el tiempo de ocio en las redes sociales. La otra cara del ocio es menos positiva y puede ser perjudicial. Lo que era un momento de distracción inicialmente se prolonga y se convierte en un ocio titanesco que absorbe a la persona y la vuelve improductiva. Henrytustra se dejaba transportar por el ocio, cogitando : realmente no sé en donde está el límite entre mi ocio productivo y el destructivo. Y tú, ¿conoces el límite de tu tiempo de ocio?