La plataforma afectiva, o el que siembra vientos recoge huracanes
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En el universo de los humanoides, unos se describen emocionalmente entre los antípodas emocionales como humanoides alegres; otros, como tristes o carentes de entusiasmo; mientras que otros, sencillamente, no logran identificar su emoción ni comprender el impacto de su afecto base en ellos mismos. Algunos humanoides van cristalizando sus emociones, privándose de la oportunidad de experimentar nuevas vivencias emocionales, se autodefienden y se quedan anclados en un circuito que se convierte en una defensa.
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En el campo de batallas, cada día lleva consigo innumerables desafíos para Henrytustra. En la paleta infinita de emociones, tres emociones sobresalen en la plataforma afectiva, el humanoide librando una batalla trascendental con cada una de ellas. Caminando por el campamento, donde las batallas eran constantes, las emociones enviaban estos mensajes al sabio:
• Soy la tristeza. Observo el mundo con melancolía. Desde que me levanto, mi mundo es oscuro, un túnel sin salida donde nada parece brillar. En las mañanas, al intentar levantarme, no encuentro fuerzas ni ánimo; me siento apesadumbrado. Al mirar por la ventana, me dan ganas de llorar; la vida parece funesta, afirmó la primera base afectiva.
• Soy la apatía. Recorro la vida transitando cada momento sin lograr conectarme emocionalmente. Soy plana en afectos, como si el mundo girara en una película y yo la viera desde afuera. Los eventos donde la gente llora o ríe no los comprendo, ya que vivo en la indiferencia afectiva. Cada mañana pienso que será otro día aburridor, sin novedades. Cada día se asemeja al anterior, ya que nada logra darme el entusiasmo que necesito para vivir. Sé que lo necesito, pero no logro desarrollar esas emociones. Estoy en neutro, sin conectarme en mis relaciones porque mis afectos se quedan en la dimensión superficial. Más allá, no hay nada; es como si me encontrara en una plataforma árida de emociones.
• ¡Qué aburridos! Yo soy la euforia, siempre de buen humor, cantando y gozando. Veo el sol brillar, y el azul del cielo es mi color preferido. Cada mañana, al levantarme, veo por la ventana a los pajaritos cantando, me comunico con ellos y siento que voy a reír todo el día. Mi estado no tiene límites, vivo con entusiasmo. Cada situación me causa dicha y satisfacción. A veces desbordo de optimismo; nunca veo mi vaso vacío, aunque solo quede una gota para consumir. Busco el placer en cada rincón del mundo; en las pequeñas cosas de la vida siempre hay un placer escondido. Soy alegre, y mi rostro siempre dibuja una sonrisa. No me dejo afectar por los cambios externos del clima; incluso el invierno tiene su encanto, con todos esos copos de nieve que van cayendo suavemente. Se puede jugar.
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La comprensión de la base afectiva del humanoide resulta crucial en lo referente a la lectura de los patrones de comportamiento del humanoide anclado a largo plazo en diversas situaciones. La plataforma afectiva se desarrolla desde los primeros años de vida, nutriéndose de experiencias a lo largo del crecimiento. En psicología, esta base afectiva se denomina el thymos, la experiencia tímica, un sentir de base tan fuerte que puede definir decisiones de vida. Originario del griego, antes de que los psicólogos complicaran las cosas, el término designaba el sentir fundamental. En términos simples, actualmente se utiliza el sufijo timia en las definiciones de estados anímicos, obteniendo así el tipo de fluctuación del humor: hipotimia para un humor bajo o deprimido, hipertimia para uno elevado, expandido o eufórico. En el caso de un humor neutro, hablamos de indiferencia tímica. Desde la infancia, los humanoides, debido a su experiencia tímica, tienden a integrar un tipo de funcionamiento a largo plazo, predominando sus decisiones en una de estas valencias. Por supuesto, en cada plataforma, ciertas emociones toman prioridad (amor vs. odio, esperanza vs. desespero, tristeza vs. alegría, etc.). También existe la búsqueda del equilibrio emocional, el combate del humanoide por etiquetarse como "normaloide", lo que se denomina eutimia.
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Henrytustra deambulaba por los campamentos de humanoides viviendo sus diferentes plataformas afectivas, inmerso en la proyección emocional de los humanoides. Se movía por esos terrenos desarmado, moldeando y enfrentando los desbordes que surgían en cada batalla. Al observar la discusión de las tres timias, Henrytustra se expresó así:
• El equilibrio, esa palabra que todos desearíamos que fuera perpetua e ideal, sin llegar a serlo nunca. Debemos comprender que la vida no es una competencia emocional; ninguna plataforma afectiva es mejor que otra, y estas pueden ser igualmente nocivas si no se regulan. Un eufórico desatado no es mejor que un deprimido crónico; en ambos casos, las consecuencias pueden ser nefastas. Necesitas aprender a comprender tu esfera afectiva; la lectura de las emociones es imperativa en el día a día. No cristalices tu plataforma afectiva; esta no es un bloque de cemento. Si te encuentras triste y amargado, no te definas siempre de esa manera. Considerarse extremadamente positivo tiene sus riesgos también; ten cuidado, muchos podrían aprovecharse de ti. Regula tu plataforma afectiva, busca el equilibrio.
Así se expresaba Henrytustra.
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