El remordimiento y la falta de empatía en la personalidad antisocial o, 'no me puedo colocar en los zapatos del otro'.



En algunas historias de vida, algunos humanoides no logran medir el impacto de sus gestos perturbadores en las personas cercanas. Aquellos que no han desarrollado culpabilidad, remordimiento y empatía van por ahí destrozando relaciones, vidas y familias. Finalmente, cuando logran reflexionar mínimamente sobre sus actos, ya han destruido una gran parte de sus vidas.


Henrytustra observaba las historias más sangrientas y descomunales que la especie humanoide pudiera escuchar. En la casa de la personalidad antisocial, las peores bajezas se escuchaban y esa personalidad parecía no medir la dimensión de los actos que cometían. Tantas historias tristes que la personalidad antisocial contaba buscando valorizarse ante los ojos de los demás antisociales.


Una personalidad antisocial se acercó buscando intercambiar algunas palabras así:


-¿Qué importan las emociones en un mundo donde todos miran su propio ombligo? Henrytustra, nacimos solos y solos moriremos. Las personas que vamos encontrando en el camino de la vida son seres prestados y, por lo tanto, ¿de qué sirve atarse a ellos? Así sean familia, esos son peores porque llevan los peores secretos de nuestras infancias. ¿Eres recolector de historias? Te cuento mi historia.

-Estoy pagando una cadena perpetua por un crimen del cual soy inocente. Comenzó su relato la personalidad antisocial.


-No pronuncies la palabra inocencia por favor, interrumpió Henrytustra. Cuando empiezas un relato limpiando tu culpabilidad, lo más probable es que utilices mecanismos de negación para limpiar la gravedad de tus gestos.


-¿Qué sabes tú de inocencia o de culpabilidad Henrytustra, tú que caminas por el mundo viendo los toros desde la barrera? ¿Qué sabes tú de no tener oportunidades en la vida? ¿Qué sabes de ser menospreciado, humillado socialmente? Yo viví el denigramiento de profesores, de amigos, de mujeres. Y todo eso, ¿por qué crees? Es porque todo, todo se lo dieron a mis hermanos. A mí me trataron como se trata a un fracasado en la familia. Desde pequeño porté en mis hombros la idea del fracaso familiar, siempre hay uno así en las familias. Cuando crecimos, yo secuestré a una hermana. Sí, con un grupo de secuestradores, nos llevamos a mi hermana a una finca y la atamos a la pata de una cama. Pedimos el dinero del rescate, haciéndonos pasar por un grupo insurgente. Todo fue culpa de mi papá, quien no quiso pagar el dinero, siempre fue un hombre miserable. Prefirió pagarle a la policía para rescatar a mi hermana. En el rescate, ella recibió un tiro en la espalda que la dejó inválida. Eso tenía que suceder, ella no estaba en el lugar que le correspondía. Cuando nos apresaron, mis padres se dieron cuenta de que yo era uno de los autores del secuestro. Mi mamá apareció muerta una semana después, se suicidó, dejó una carta diciendo que no podía con este sufrimiento. Ella ya estaba vieja, ya era hora que muriera. Mi papá pagó todos los abogados para que yo tuviera una larga sentencia, pero sé que él sufre más que nadie y lo tiene merecido. Todas estas personas merecen lo que les pasó. Tenían vidas tan acomodadas y a mí no me daban nada. Yo sólo recibía las sobras.


La personalidad antisocial tiende a proyectar el impacto negativo de sus propios gestos en las demás personas. Es el otro quien es culpable de las desgracias que fueron causadas por la personalidad antisocial. Estas personalidades pueden posicionarse como víctimas de la familia o de una sociedad. Sus emociones hacia su familia están cargadas de resentimiento. En ocasiones, guardan rabia, ira, irritabilidad o cólera hacia sus seres cercanos cuando estos con esfuerzos construyen una vida próspera. Estas personalidades pueden aprovecharse de sus seres cercanos con la idea de ser merecedores de una parte de los ingresos de esta persona. Pueden robar en su propia casa, sacar provecho de la pensión de sus padres, instalarse en la casa de su hermano por largo plazo, entre tantos ejemplos, sin tener remordimiento. Estas personas piensan que la familia o la sociedad les debe y ellos tratan de recuperar su deuda a la fuerza. Se escuchan mil justificaciones para minimizar sus gestos atroces: así tenía que ser, era mejor así para esa persona, sí murió era porque sus horas ya estaban contadas, cuando robé mi casa, es porque todos esos objetos eran míos también, etc.


Este humanoide destruye y cada vez que destruye, se destruye a sí mismo sin darse cuenta, pensó Henrytustra. Un humanoide así está carcomido por sus propias emociones de agresividad y rencor. Estas emociones enceguecen más que aquel que no tiene ojos. Henrytustra se pronunció así:


-No puedes jugar toda la vida a ser una inocente víctima de tu familia o del sistema. Es probable que hayas sufrido las peores vicisitudes en tu infancia, y eso también está por verse porque tu recuento es una cuestión de perspectiva, pero no utilices esta historia como justificación para hacerle daño a los demás. Cura tus heridas y aprende a tomar las buenas decisiones. Así hablaba Henry Mosquera.