La personalidad antisocial está invadida por la agresividad o, 'suerte o muerte'.



La agresividad es una emoción que se encuentra presente en todos los humanoides. Es una de las emociones que regula los estados de malestar en el recién nacido. Cuando el bebé no es alimentado o sus necesidades básicas no son satisfechas, éste busca desesperadamente gritando, halando, mordiendo. En muchos casos, estas formas de respuesta arcaicas se van instaurando en personas que presentan dificultades de manejo de la agresividad y de sus congéneres como la ira, la cólera, la irritabilidad, el enojo, la rabia y la violencia, entre otros.


La casa de la personalidad antisocial estaba atiborrada de humanoides que parecían perros rabiosos; mostraban los dientes, los puños cerrados y el ceño fruncido. En esta selva de cemento la jerarquía se medía por el nivel de agresividad que se manejaba en el patio de convivencia. Piensa bien por dónde caminas en la casa de la personalidad antisocial, la primera reacción de esta personalidad es la intimidación, las siguientes son más crueles.


Un humanoide marcado de algunas cicatrices en el cuerpo y el rostro, bastante fornido, se acercó a Henrytustra y sin filtro se dirigió a él así:


-No pienso mucho, no soy capaz de reflexionar, sólo tomo la situación como va llegando. El discurso se me acaba rápido y cuando veo que no tengo más herramientas, paso al acto, mi defensa es mi cuerpo. Yo voy por ahí golpeando, quebrando huesos, sometiendo con la fuerza cuando las circunstancias lo piden. Por cierto, tus zapatos me gustan.


-Comprendo que estés herido desde que empezaste tu camino. No te voy a dar mis zapatos, pero te voy a ayudar con una cápsula psicológica. Háblame de tu enojo.


-No hay mucho que contar, soy un fósforo. Desde joven me metí a un grupo criminal, ellos necesitan brazos como los míos. Yo tenía que hacer un cobro de un dinero de drogas a un tipo que no quería pagar. Nos metimos a su casa, el tipo era arrogante, no se sometió y quiso humillarme con sus palabras cuando estaba amarrado. No pienso mucho cuando me encuentro en esas circunstancias, le corté el cuello y luego, cuando no respiraba, lo corté en pedazos; metí esos pedazos en una bolsa y cuando iba saliendo con las bolsas, la policía me arrestó. La culpa no fue mía, ese traficante sólo tenía que cerrar su bocota.


La personalidad antisocial presenta una historia de intimidaciones y violencia en la mayoría de los casos desde la infancia. En la adolescencia, con el desarrollo de la fuerza física, esta personalidad se destaca en la escuela por las peleas en el patio; son aquellos que le quitan a los otros sus objetos; no tienen mucha reflexión, su respuesta inmediata es la violencia. En algunos casos, la violencia es gratuita hacia los más débiles, sólo con el fin de crear temor. Estas personalidades son crueles, en algunos casos les genera placer ver el sufrimiento en los demás; es una forma de venganza del sufrimiento que llevan por dentro. En ciertos casos estos sujetos desatan la violencia en los objetos. Ellos pueden quebrar los juguetes de ellos y de los demás, hacer pequeños fuegos en los patios o en los pupitres de escuela; en otros casos, la violencia va dirigida contra los animales. Estos sujetos van a experimentar con el dolor del animal. Pueden herir pájaros y abrirlos vivos, lanzar gatos desde las alturas, apuñalar perros, etc. Para estos sujetos el puente entre agresividad y violencia es corto.


La agresividad es un trazo de personalidad que se va formando a lo largo del camino y que tarde o temprano le cobra factura a esta personalidad, pensó Henrytustra. Su camino se va trazando y va haciendo puntos para llegar a la prisión o al cementerio. Henrytustra se pronunció así:


-Sientes rabia desde pequeño porque fuiste tratado con violencia. Tu sientes agresividad como todos los humanoides, pero ese sentimiento tiene dos caras, una maligna y una benigna. Tú no has podido manejar la benigna y te quedaste bloqueado en la cara maligna de la agresividad. Creciste con rabia, tus padres te golpearon y cuando no te golpearon, sentiste rabia del abandono emocional. Nunca te sentiste reconocido, amado, protegido y tu mecanismo de defensa es el ataque. No voy a ser muy profundo contigo, personalidad antisocial en mi lírica; no te voy a sentar en el diván porque tu elaboración es corta, pero tengo una cápsula para ti: cuando la circunstancia lo exija, respira profundo, cuenta hasta diez y ve a dar una vuelta por ahí. En tu vuelta, empieza a buscar otras formas de resolución de conflictos. Así hablaba Henry Mosquera.