Autopsia de un uxoricidio. El perfil psicológico de quien asesina a su esposa
Desgracia, penumbra, soberbia, destrucción e implosión. Aquel humanoide que comete el homicidio de su esposa en ese momento ha traspasado una línea que no tiene retorno. Es un homicidio particular porque se asesina a aquella persona con quien se pensó que se podría vivir toda la vida. Aquellos sueños, aquellas ilusiones desaparecen para siempre dejando un lugar al peor de los crímenes, al gesto irreparable, el uxoricidio.
Henrytustra, cómo construyes un perfil de un uxoricida, preguntó uno de los anfitriones de la casa.
-Es bastante complejo, es necesario introducirse en la plataforma emocional del uxoricida. El primer punto que hay que tener en cuenta es que cada homicida es diferente. Cuando se crea un perfil psicológico, debemos tener en cuenta no caer en generalizaciones. Oh, que el humanoide derrapa fácilmente en las etiquetas, es el arma de los más ignorantes. Debes tomar todos los trazos de personalidad, los categoriales y los dimensionales; debes tener en cuenta los precursores y la intensidad de cada uno de ellos. Tratemos de hacer algo con este uxoricida que llora en un rincón su gesto irreparable esperando la llegada de la policía. Comencemos diciendo que en este caso, como en muchos, el homicidio de la esposa puede ser impulsivo. Este hombre no tenía la costumbre de golpear a su esposa. Los humanoides de este grupo pueden ser más peligrosos que aquellos que golpean a diario. Ese que golpea a diario conoce la fuerza que utiliza para someter malvadamente a su compañera, mientras que el impulsivo utilizó un exceso de fuerza en medio de la pérdida de su control. ¿Qué lo pudo haber llevado al punto de impulsividad? Una muy frágil imagen de sí mismo. Este humanoide escuchó de la boca de su esposa que él no era nada, se sintió humillado, despreciado. Este humanoide se dejó llevar por emociones de denigramiento.
¡Hombre! No justifiques, no tienes excusa. Si alguien te denigra, no tienes derecho a utilizar la violencia. Cuando utilizas la violencia, es una muestra de tu frágil identidad. Exclamó Henrytustra.
Y así proseguía en su elaboración: Este humanoide estaba alimentando patrones de dependencia. Pensaba que ya no deseaba estar al lado de su esposa y la insultaba, pero no podía partir porque estaba convencido que sin ella no podría seguir adelante. Su imagen de hombre era tan frágil que rumiaba que sin ese soporte no podría seguir viviendo. Entonces estableció patrones de sumisión para estar al lado de su esposa, quien también alimentaba la codependencia. ¡No te arrastres humanoide, lo que no conseguiste de pie, no lo pierdas de rodillas! Vociferó Henrytustra dirigiéndose al hombre que tenía sus manos manchadas de sangre.
Este humanoide pensó que perdía el control de la relación y de su esposa, y ese trazo de personalidad es fundamental. Aquel que pierde su anclaje, se siente alterado, algunos se sienten atacados y en otros se despiertan los trazos paranoides. La clásica defensa del que se cree una víctima, la escucharán de seguido en los uxoricidas: “ella me atacó primero físicamente o con sus palabras”.
¡Hombre uxoricida, tú no eres la víctima hoy, la víctima yace en su lecho, paz para ella! Tú no te puedes identificar con la víctima con el fin de despertar lástima en los demás. Cuántos homicidas lanzando proyecciones en sus víctimas, cuántos echándole la peor parte a aquella que ya no se puede defender, cuánto cobarde y cuánto frágil. Hombre, acepta tu error, respeta a tu víctima y dale la paz que se merece en su tumba. Así hablaba Henry Mosquera.
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