La patología complementaria puede llevar al homicidio o "si no es para mí, no es para nadie"



Las parejas comienzan sus relaciones viviendo en un mundo de ilusiones, pero nunca está escrito hacia dónde llevan los caminos cuando se entrelazan dos personalidades. La puerta de entrada siempre es color rosa, pero en muchas ocasiones, la puerta de salida se torna color de hormiga.


En el confort de aquel hogar, en una noche tranquila, se movían las energías intensas de dos humanoides que no lograban reparar su camino paralelo. A pesar de las buenas intenciones de los dos protagonistas de esa pareja, lo que expresaban parecía cada vez más venenoso.


- He sido una mujer desgraciada a tu lado. Quiero marcharme lejos de vos - exclamó la dama.


- No puedes irte a ningún lado. ¿Qué dirán los vecinos? ¿Qué dirán en mi trabajo? No sabría qué responder; todos me podrían ver como un fracasado - replicó el hombre.


- Me importa muy poco lo que pensés vos o lo que piense la gente a tu alrededor. Eres posesivo, controlador y celoso - contestó la dama.


- Nunca has servido para nada. He sido muy infeliz a tu lado. Sólo estoy vos para mantener las apariencias, para tener alguien a quien mostrar en las reuniones sociales, pero para mí, sos vacía y no tenés nada interesante que proponer - remató el hombre.


- Tengo que contarte un secreto, siéntate porque te va a doler - señaló la dama. ¿Recuerdas cuando me fui de paseo hace algunos años? Bueno, me fui con mi amante. Y en ese entonces quedé embarazada. Siento comunicarte que mi primer hijo no es tuyo. Este es de otro hombre - concluyó la dama.


Aquel hombre guardó silencio mientras sentía que su mundo interno se desmoronaba. Se levantó de su silla y, perdido en sus pensamientos, se dirigió a su habitación, mientras la dama seguía sus pasos pidiendo disculpas por lo que había dicho. Ingresaron a su habitación en máximo silencio, pensando tal vez que un minuto de silencio podría reparar los daños relacionales con los que cargaban desde hace lustros. Pasaron cinco minutos, tal vez diez, cuando Henrytustra observó a aquel hombre salir de su cuarto con un cuchillo y sangre en sus manos. Henrytustra corrió al interior de la habitación donde yacía la mujer en un cuadro sangriento y desastroso. Aquel hombre había cometido un gesto irreparable, había asesinado a su esposa de un corte certero en la garganta. Henrytustra se acercó con el fin de prestar algunos auxilios. En ocasiones, hay que luchar hasta el último suspiro, pero este no era el caso, la dama ya no respiraba aunque la sangre continuaba brotando de su garganta.


- ¿Qué hago ahora? Preguntó aquel hombre.

Henrytustra tomó una gran respiración y respondió así: 

Ahora, prepárate para un largo camino de reparación del gesto irreparable, de algo que no se puede reponer, que no se puede reparar. Aunque parecías un hombre calmado, te has dejado llevar por emociones negativas. Un segundo fue suficiente, un ciclo se perpetuó, un patrón negativo se instaló y por eso tendrás que pagar por el resto de tu vida este gesto impulsivo. ¿Qué haces ahora? Entregarte a la justicia y comenzar a desmenuzar esta relación y el gesto irreparable. ¿Acaso no hay otras formas de terminar una relación? ¿Acaso no hubiera sido mejor tomar cinco minutos de respiración profunda? Has cometido un delito contra tu esposa, pero también destruiste tu familia, dejaste sin madre y sin padre a tus hijos porque pasarás un largo tramo en la cárcel. Así hablaba Henry Mosquera.