La ansiedad del triunfador o la falacia de la fuente del deseo
Entonces, felizmente que el humanoide que ha alcanzado el triunfo no sufrirá más de ansiedad, balbuceaba el normaloide. No vayas tan rápido, pero tampoco te quedes atrás, respondió Henrytustra. La complejidad es el arte de cuestionar la simplicidad, agregó. Cuando llegas arriba, debes aprender a manejar las sensaciones; la presión de las diferentes instancias es fuerte. Los que se quedaron abajo ambicionan tu posición. La angustia de separación de aquel que llega a su meta es grande porque ha debido cortar con aquellos que se encontraban en su antiguo terreno, su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo, etc. Piensa en aquellos actores, actrices, deportistas, empresarios que se encuentran con el vacío una vez que lograron lo que tanto deseaban. La ansiedad carcome si no sabes manejar el triunfo. El vacío se puede transformar en un mundo viciado y perverso si tus pilares éticos no son sólidos. La ansiedad de la presión social empuja al rico a convertirse en filántropo, de otra forma será satanizado por no compartir con los menos favorecidos; el intelectual se ve en la obligación de repartir su conocimiento o será tratado de narcisista; el deportista debe hacer escuela de niños o aparecer en el estadio con un niño de la mano o su cabeza será colocada en la guillotina pública. Henrytustra tomó un aire palpitante dando la impresión que se encontraba en otra dimensión. Perdido en ese espacio repuntó: “el triunfo es uno de los avatares del deseo. Tu deseo siempre corre detrás de un vacío que es desconocido para ti. Un elemento inconsciente dirían los psicoanalistas. Tu deseo es un objeto perdido que nunca quieres encontrar, así inventes excusas para convencerte de que lo has localizado. Tu deseo no tiene nombre, así pienses que lo has pronunciado. Si crees que te apoderaste de tu fuente de deseo vas a ser víctima del vicio llamado vacío”. “Henrytustra nos asustas cuando divagas de esa forma”, dijo un oyente. Henrytustra respondió: “cuando llegues a tus metas, asegúrate que la ansiedad del vacío pueda desplazarse hacia una nueva fuente de tu deseo”. Así hablaba Henry Mosquera.
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