El que vive preso de su pasado está condenado al fracaso



Muchos pasan toda la vida encerrados en algún punto perdido en el pasado. Piensan que están condenados a causa de su percepción de sufrimiento. Estos humanoides viven presos de su propio pasado.


El joven aprendiz seguía los pasos de Henrytustra, quien caminaba largas horas con el fin de enseñarle que la perseverancia, aunque lleve dolor y sufrimiento, permite llegar a obtener las metas. El dolor físico en las piernas se traducía en el lenguaje de Henrytustra como un avance hacia su fortaleza. Desde atrás, escuchó al joven aprendiz:


-Tengo hambre y me encuentro agotado físicamente; tengo ampollas en los pies y mis músculos de las piernas no responden; quiero seguir adelante, pero no encuentro la fuerza -señaló el joven aprendiz.


-Nunca te concentres en lo superficial, concéntrate en lo esencial -ripóstó Henrytustra.


-No puedo hacerlo, el hambre es más fuerte que mi mente. El hambre me recuerda mi infancia cuando mi padre alcohólico se gastaba el dinero de su trabajo y no llevaba la comida a casa. Cuando siento hambre, estoy ansioso y mi malestar físico se convierte en un malestar emocional. Sé que vivo condenado a ese pasado que me tocó. Nunca podré progresar porque mi pasado es más fuerte que mi presente. Soy como un preso que sabe que nunca terminará su condena. Cuando algo va a salir bien, pienso que no lo merezco, así como pienso que no merecía que mi padre me alimentara -susurró el joven aprendiz, con lágrimas rodando por su resplandeciente rostro.


Henrytustra tomó un tiempo de reposo; en ocasiones es necesario parar para ayudar al otro a llegar a su destino, pensó Henrytustra, y se pronunció así:


-Hay situaciones de carácter endógeno, es decir, fabricadas en nuestro interior, y otras de carácter exógeno, donde la situación viene del exterior. En cualquiera de los dos casos, algunos humanoides se quedan presos de una situación. Ellos mismos se condenan a vivir un presente que parece haber dictado una sentencia en ese punto del pasado. Tú, joven aprendiz, viviste el hambre y hoy piensas que esa experiencia te condena a vivir una vida de fracasos. Déjame mostrarte otros caminos. El presente nos enseña que el sol sale de la misma forma cada día para cada humanoide. Cada nuevo día es una nueva oportunidad. Aprende a cerrar las cicatrices del pasado. Perdona a aquellos que te hicieron daño y perdónate a ti mismo por haberte condenado al fracaso. Transforma tu pensamiento de estar condenado al fracaso por un pensamiento de vivir en el progreso. Busca pequeñas victorias en lo que haces. Así hablaba Henry Mosquera.