El miedo al triunfo y el miedo al fracaso



Henrytustra observaba que la ansiedad era como una botella llena de mil cápsulas,  las había de todos los colores, sabores y estilos.  Se presentaba en los normaloides, en los delirantes,  en los ansiosos, en los drogadictos y alcohólicos, en los estudiantes,  en los deportistas, en los ricos y en los pobres, en los cristianos y en los ateos, en los criminales y en las personas que respetan las leyes, en ellos y en muchos más. Henrytustra al azar tomó en sus dedos dos cápsulas, una era el miedo al triunfo y la otra el miedo al fracaso. En una se visualizaba aquella persona que aunque se encuentra en el camino de lograr su meta va a acudir al autosabotaje, un mecanismo inconsciente que la mantiene atada a su fracaso. Es una persona que generalmente se castiga con sentimientos de culpabilidad. Esta persona cuando siente que va progresando toma como referente aquellos que han fracasado como justificación para no subir al nivel superior. No se siente en capacidad de subir porque otros no lo hacen. Piensen en una persona de bajos recursos cuya familia es de bajos recursos y que tiene dificultad para salir de ahí, porque siente lástima con su familia. La otra cápsula, es el miedo al fracaso, esta es más común en los humanoides, es una gran cápsula que impide a la persona escalar niveles porque anticipa que no tiene el potencial, no se siente a la altura y por ello no lo intenta para no defraudarse a sí mismo.  La ansiedad en estas personas maltrata la imagen de sí mismo,  la desprecia, la minimiza, la reduce .


Henrytustra observando la disparidad de forma, pero la similitud de fondo señaló: “identifica cuál es tu nivel superior más cercano, comienza dando un paso antes de correr,  lo que hay en ese nivel, tú también lo mereces”.